No sabemos preocuparnos

por El gato en la Inopia

Hoy me he dado cuenta de algo:

                                      Llevo toda mi vida estando mal preocupada.

Porque sí, preocuparse está bien, claro que sí. Pero hay que hacerlo bien. Y con “hacerlo bien” me refiero a hacerlo por los asuntos correctos.

Y yo en esto he fallado. He estado años mal preocupada por un físico que no he elegido y cosas que no puedo cambiar, por personas que no aportan nada en mi vida, por opiniones irrelevantes, por personas tóxicas que no merecen ni atención, por no tener dinero suficiente para comprar la ropa, el móvil, el coche o (pongaaquícualquierartículoquelepreste) de moda.

He estado mal preocupada por un pasado que no puedo cambiar, y que como bien define el término, está PASADO. Por errores que he cometido y por errores que me he quedado con ganas de cometer.

En resumen. He estado mal preocupada por tonterías y culebrones adolescentes cuando los únicos problemas que se merecen toda tu preocupación son aquellos que aparecen un lunes cualquiera a las 9 de la mañana y te cambian la vida. O al menos, la perspectiva de ella.

     Y es que, a veces, los árboles no nos dejan ver el bosque. Y, ¡ay!… qué bonito es el bosque…